viernes, 3 de octubre de 2008

Sonrío

Reír en el caballo veloz que es el tiempo que pasamos juntos sin estarlo. Tu risa franca. Sincera. Alegre. Hablar de cualquier cosa y reír. Reír con frases cargadas de intención, reír con simples palabras, reír en una discusión fingida. Todo risas. Todo traslucido, transparente e impalpable. Una nube azul, un día claro, luminoso, con el sol brillando en la más oscura de las noches y risas. Tu risa. La mía. Unidas en una fantasía.

En días grises, tristes, desamparada de tu risa, la recuerdo, y aún resuena en mis oídos y sonrío porque sigo sintiéndote reír al otro lado. Porque a veces sentir que ríes aunque no estés, simboliza la franqueza. La amistad. El estrecho lazo que nos une, que nos mantiene vivos. La confianza que nos tenemos, la risa nos acerca, nos mantiene alejados de la locura de vivir en esta vida a medias que nos ha tocado siempre.

En días en los que no resuena tu risa en mis oídos, como ayer, en la que no hay voz, tan solo un silencio pesado y abrumador me entristezco. Tu risa es mi energía, y sin ella extraño el vacío de mis labios que no se curvan, que se mantienen a la espera de oírte, y sentir como ríes.

A veces, cuando estoy enfadada, y te lo niego, porque me sale, porque a veces no soy capaz de hablar de lo que me pasa, porque posiblemente ni siquiera lo sepa yo, porque soy algo (muy?) neurótica, porque a veces me sumerjo en lo profundo de mis miedos o porque has dicho una frase que quizá sólo yo la vea hueca y busque el significado oculto, porque es verdad que a veces siento celos del viento que te lleva y te trae sin estar yo, porque no suelo ser capaz de dibujar palabras en el aire, porque a veces exploto y lloro sin saber ni por qué estoy llorando, ya me conoces, ni es nuevo, ni es extraño, solo yo. Y en esos momentos, en los que no puedo reír es cuando más extraño tu risa dentro de mí. Porque a pesar de lo mágico, hay días en los que me pesa el mundo en los hombros y se hace demasiado grande para querer salir, porque hay momentos en los que no soy capaz de procesar nada, y me quedo paralizada tratando de entender que ha pasado. Que no encuentro. Que falta para volver a reír.

Porque quizá tu risa sea lo único que a veces me salva de entristecerme demasiado, porque a pesar de lo fugaz, a pesar del querer más y no poder ser, tener ese momento plagado de risas, me aleja de una realidad que me mata un poco y me da vida, y tu máxima ausencia me enfada, me preocupa, me entristece, me pone tan nerviosa que no concilio el sueño, pasan las horas y sigo dando vueltas esperando a que llegue el amanecer.
Quizá sea porque tu risa la llevo en vena, en cada arteria. En cada latido. En cada poro de la piel. En cada molécula de mi ser. Y será que estoy malacostumbrada porque nos hemos creado así. A risas. A momentos donde el tiempo siempre ha sido veloz, y porque me gusta tu risa, porque al recordar su eco en mi memoria –como ahora- sonrío.

1 comentario:

Anónimo dijo...

precioso, me encanta como escribes sigue asi.

un abrazo