martes, 13 de abril de 2010

Puro duende

De repente te entran ganas de sentir. De sentir mariposas que se chocan en las paredes de tu corazón, anhelar el momento en el que te vas a encontrar con esa persona, ganas de cruzar tus ojos y sentir que te reflejas en los suyos. Ganas de pegarle una patada a lo antiguo, y darle la bienvenida a lo nuevo. Ansías de tener el corazón remendado. Listo. Sin ninguna herida a medio cerrar, sin ninguna cicatriz pendiente de que deje de picar en días de frío.

Y quieres, porque realmente la ilusión parecía haber abierto una rendija en aquel muro que construiste un día, destaparte, y tirar las mantas que te cubren el corazón después de tantas heladas. Tú nunca has creído en aquello de estar preparada. Tu corazón ya decide por ti, te dices siempre, las ruinas acaban por convertirse en polvo y de repente, aún con tantos remiendos aún se puede hilar fino allí dentro, donde te pierdes, donde no hay piel para encontrar un alma.

Tienes ganas de querer, pero la magia no estalla en miles de luces sobre tu espalda. No anhelas. No deseas. No sueñas. Sólo te dejas acurrucar por el vaivén de las olas, por la suavidad de la luz de la luna que brilla pero no resplandece como tú deseas. Y allí te quedas, sobre la arena, con los pies mojados y el alma tiritando.

Los sentimientos son como los duendes. Aparecen de cuando en cuando, te atrapan, te envuelven, te dan, te quitan… quizá se vayan o quizá se queden, te dan un trozo de cielo, un cacho de nube, un poco de un cuento, te dan primavera, te alejan el invierno de las arterias, te endulzan, te cantan, te bailan, te saltan…
Y tú te vas dejando arrullar por su danza. Por la grandeza de sentir algo así. Porque sentir ese duende bailando en tu panza, comiéndote a besos, acariciando tu espalda… es difícil de conseguir…


Y quizá, porque esto del amor es como un trébol de cuatro hojas. Quizá sea cosa de duendes y magia. Y quizá, por muchas ganas de querer, por muchas de sentir algo, no es posible sentirlo cuando tú desees.
Espera la danza. Espera la magia, y mientras tanto, sigue tu camino, ríe, sé feliz, disfruta con las olas del mar.


El corazón es así. Puro duende. Pura magia.