viernes, 23 de enero de 2009

Prométeme que no se lo dirás a nadie...

…pero prométeme que no se lo dirás a nadie”

Y así empieza…

Ya desde niños contamos y guardamos secretos. Los Desvelamos. Traicionamos. Rompemos la esencia del secreto. Ese lazo invisible que une a dos personas. Ese hilo estrecho que acerca, que nos sella por dentro. Ese vinculo de intimidad y confianza que nace a través del secreto.

¿Y que pasa con los nuestros? La mayoría de las veces los entregamos porque pesan demasiado, porque son losas que nos asfixian, que nos impiden seguir adelante, porque necesitamos liberar, compartir esa carga demasiado grande para un corazón solo.

Pero otras…. Rompemos el pacto tácito con nosotros mismos porque aquello que no se cuenta en realidad no existe. No existe si no es compartido. Nos aísla de lo que existió, y la memoria, a veces traiciona y nos roba la oportunidad de saber que efectivamente, es cierto, y por ello necesitamos de los demás.

No hablo de esos secretos-cotillas. Tipo “fulanita me ha dicho que menganita tal…” no hablo de eso. Hablo de entregar un trozo de tu confianza a otra persona. Y la moralidad entra en juego, ¿Y si alguien me confesase que es infiel a una amiga mía? Porque la infidelidad es una de las cosas que más secretos tiene.

¿Qué haría? ¿Y si fuese la amiga mía la que es infiel a su pareja y a mi me repatea que lo sea? –son suposiciones ¿ OK ?

- Porque algo es evidente, y es que solo nos duele aquellos a quienes queremos. Y si mi amiga es infiel me callaría a un 100% aunque no lo aceptase, ¿estaría ese vínculo de amistad por encima de lo que yo no considero leal? Y si fuese su pareja y yo lo supiese ¿Me callaría? ¿O mandaría a tomar por saco lo que para mi representa guardar un secreto? Porque yo sé guardar secretos. Soy una maldita tumba. Pongo por encima de cualquier cosa la lealtad que supone que alguien haya compartido contigo algo que le pertenece –y no es tuyo-
Afortunadamente nunca me he visto en una situación así. –Ni ganas-

Si alguien me cuenta un secreto me lo quedo para mi. Aunque sea lo más tonto del mundo, el otro día, un amigo me confesó algo que me hizo reír. “esto queda entre tú y yo eh?” me dijo. Le asentí. De verdad que es una tontería, algo inocente por completo, pero he firmado ese contrato, y sé que cumpliré. Sé que aunque sean cosas que no tienen calidad “de secreto” en plan trascendental, basta que digan “es un secreto” para que yo cierre mi boca, y pase lo que pase, no diga ni mu.

Pero… hay cuando eres tú la parte implicada…. Hay ya se mide de otro modo… aquí las mismas reglas para los secretos de otros no valen…. Me he visto en la situación de que una amiga me contó algo relacionado conmigo. Esa persona le dijo “No se lo digas a ... por favor” pero ella tardó aproximadamente una hora en contármelo –es cierto que el punto fuerte de mi amiga no es guardar secretos, nunca ha sabido- y me hace prometer que me lo quedaría para mi, y ahí la responsabilidad es mía. ¿Traiciono a mi amiga que ha traicionado a otra persona en nombre de nuestra amistad? ¿Hubiese yo preferido quedarme sin saber ese secreto porque no me correspondía saberlo? Sé que mi amiga, en caso contrario, me hubiese traicionado, lo hubiese zampado a la persona en cuestión “lo sé” y yo, en ese afán mío de respetar la confianza que depositan, me quedo con la lengua mordida, la rabia de saberlo, y la responsabilidad de guardar silencio…

Los secretos son un asco. Un autentico asco.

domingo, 11 de enero de 2009

Una vida descolorida

En el corazón de todos los inviernos vive una primavera palpitante, y detrás de cada noche, viene una aurora sonriente .


Porque yo también quiero contar como mi interior me pide explicaciones a una vida a veces descolorida y otras irisada, demasiado moderna para ser en blanco y negro, y demasiado normal para verse en digital.


Melancólica de naturaleza, resuelta siempre en risas. Nunca niego una sonrisa por muy triste que sea. Un malabarismo perpetuo entre la tristeza y la alegría donde hallo mi equilibrio. No creo en las personas que siempre aparentan estar bien, ni creo en la sociedad, sea cual sea. Creo en el ser humano y soy una psicóloga frustrada que más de una vez se plantea estudiar la carrera, aunque a veces pasa de sueño aparcado a sueño abandonado.

Soy la completa incompleta. La pérdida y extraña. La feliz y optimista. La risueña. La razonable. La sentimental. La dulce. La amarga. La rara. La especial. La que añora. La que sueña. La que ha perdido. La que ha ganado. Porque soy todas esas juntas en una extraña forma de ver la vida desde una mujer contradictoria.

Tengo en el haber sentimientos vencidos. Lealtades victoriosas. Francas amistades. Desigualdades. Heridas sangrantes. Cicatrices. Y sobretodo, felicidad esparcida.

Este rincón solo pretende ser un momento de paréntesis real. Un rato ajena a la rutina. Una terapia. Un testigo. Poco más. Tendrá posible cabida recuerdos, proyectos, rutinas, puntos de vista sobre el mundo en el que vivo, esto último, posiblemente, desde la laguna sarcástica que también tengo. En definitiva, esto es otro camino más, desde la noche hasta el alba. Con reflejos de luna y con rayos de sol.